jueves, 17 de diciembre de 2009

Hasta el cuento de nunca acabar tenia su final.


Las paredes se desmoronan, el castillo ya ha dejado de crecer y ahora solo parece que bajo la bruma y la niebla ya nada se sigue construyendo, el joven y valiente aventurero, que presto a ayudar a la dama iba a ir, quedo en su casa aún, y quizá por siempre; puesto que, la alta y reluciente torre desde donde cada noche ella se iba a asomar, ya no crece, si no que se precipita directa al mar.

Tengo el material, cemento, piedras, madera y miles de cosas mas...
Tenacidad, magia, majestuosidad, teñidas de negro son por la falta de ilusión ya.
Intentos infructuosos para crear un castillo con el plano de una casa del que vive en la humildad.
Es el momento, ¿qué queda ya?, parecía bonito, pero a de acabar, tiremos los muros que quedan y empecemos a olvidar si no queremos que el dolor ya no se pueda aguantar.

Pero desde la más alta torre, hasta la concebida por su nimiedad, todas son, hasta las frágiles, difíciles de tirar.

Historia creada, originada por el azar, cuento rápido y bonito, para antes de dormir contar, si la historia interminable tenía su final, ¿ por qué tanta autoexpectación al esto llegar ? , el porque esta claro, fue todo cultivado en la obviedad, entre princesas y plebeyos ¡jamás nada habrá!. Los cuentos son cortos, su amor fugaz, comiendo perdices se acaba, pero eso de la historia es el final, luego ya nada quedará,

El amor solo dura 5 lineas el resto, es paja, relleno, tonterías para acabar el tintero.